Sábado de placer a distancia con Laurapausini

Ni la fecha ni la hora estaban previstas sin pensarlo, si no que lo estaban a posta. El sábado 16 a las 00:00 horas, cuando estaría totalmente sola en casa. Sin mis padres, ni mi hermano.

Lo último que tenía que ponerme eran mis zapatos blancos de tacón fino, los de tres tiras, sentada sobre la silla de oficina enfrente del espejo de mi habitación. Fue entonces cuando miré mi reflejo. Peinada con esmero, con un pelo brillante, con los labios rojos y los ojos chispeantes. Completamente de blanco, solo con lencería. Me sentía tan cómoda así… justo a esa hora había quedado con Laurapausini (Una excitante y maravillosa amiga del chat), yo en mi casa y ella a cientos de kilómetros de mi alcoba. Quedamos para masturbarnos las dos a la vez, pensando la una en la otra, intentando conectar psíquicamente con nuestros orgasmos.

Cuando me incorporé, me vi a cuerpo entero en el espejo. Estaba excitadísima ya por la experiencia que iba a sentir, pero el verme me puso mas caliente. No es la primera vez que me pasa, pero una vez mas deseé hacerlo con el reflejo.

Miré a la izquierda, a mi reloj digital. Ya eran las doce. Cerré los ojos y empecé a pensar en Laurapausini, toda para mí, con su lencería roja. Comencé a amasarme los pechos, quería saber si ella pensaba en hacerlo. Me acerqué al cristal y mis pezones reaccionaron al contacto con el frío reflejo. Duros y rugosos que deseaban ser pellizcados por mis dedos, lamidos por la punta de mi lengua, pero sobre todo chupados y mordidos por Laura. Sentía un extraño calor en el cuerpo y me tiré en la cama, me saqué un pecho y pasé mi mano derecha bajo la tanga, a hacerme deditos. Mis pezones sensibles ya me habían puesto mojada y ya podía saborear mis dedos después de que jugaran con mi sexo. Pero deseaba que esos dedos fueran otros, y que hubiera una lengua comiéndome todo abajo. Todo.

¿Cuánto tiempo estuve así? Ni idea, pero solo pensaba en darme placer y en imaginar en cómo Laura se masturbaba pensando en mí. Eso último me excitaba. Aún no sé como la lencería desapareció de mi cuerpo, quedándome solo con los zapatos. Quería su lengua sobre mis tetas, en mi ombligo, por todo mi cuerpo, y mi boca solo ansiaba chuparla entera y mis manos apretarla contra mí.

El tiempo pasaba entre mis gemidos y los suyos, que solo los oía yo. Estaba que casi me corría.

Pronto empezó a trabajar mi juguetito moradito. ¿Estaría ella ya con el suyo, el doradito? Espero que sí. Chupé el consolador, levanté la pierna izquierda y me lo introduje. Dentro fuera, dentro fuera… cerré los ojos y la visión pasó de oscuridad a una blancura extraña. Fue cuando la sentí a mi lado, corriéndose, con su cuerpo recién chupado por mi, sobre todo sus tetas. Empecé a gritar de placer, no me importó que me oyeran. La sentía junto a mi, las dos mojadas y rebosantes de placer.

Fue una de las experiencias de autosatisfacción mas increíbles de mi vida.