En la Feira

Muerta de calor y sudorosa os escribo hoy esto, un poco tarde, pero tampoco dejarlo para mañana.

Como ya os dije en la anterior entrada, este fin de semana ha acontecido en la ciudad de Pontevedra la 7ª Feira franca. Que, qué es? Pues una feria medieval y me encanta. Este año no tenía pensado bajarme a la ciudad, por diversos moticos, y mucho menos disfrazarme como el año pasado (ya tuve bastante pitorreo entonces, ya que mi vestido era idéntico al que llevaban las camareras del bar en el que estuvimos y no paraban de pedirme consumiciones). Pero al final mis planes se trastocaron, me dejé engatusar por la gente de la oficina y decidí ir y disfrazarme. Para nada me iba a alquilar a última hora un traje por el que me estafaran a la cara, así que cogí aquel trajecito de campesina o tabernera del año pasado (que para algo me lo regalaron). Me sentía rara, la otra vez me sentía fatal con aquel disfraz, incómoda, pero este sábado me quedaba como un guante y me veía superguapa, con la blusita blanca con escote palabra de honor, el corpiño negro y la falda marrón. Me sentía hasta sexy. Disfruté viendo los animalitos, del día, de la noche, de lo bien que se estaba sin tumultos... Una gozada.

Vaya, se me olvidaba una cosa. El viernes me dio por abrir mi cuenta en una de esas páginas de contactos a las que estoy apuntada. Fue de casualidad, ya que casi nunca entro y no contesto apenas, aunque siempre que lo me meto en la bandeja de entrada intento devolver las líneas y el tiempo invertido en mí. Pues tenía un mensaje de una pareja de mas de 30 años que iba a la Feira y que querían montarse un trío conmigo. No se anduvieron con rodeos. Me describieron con todo detalle sus cuerpos y sus vestimentas, para que los reconociera, y me pidieron encarecidamente que les contestara. Pues resulta que el sábado creo que sí les vi en la calle Michelena, pero me abstuve de decir nada, aún me da mucho corte quedar con peña de inet y demás, y menos aun cruzarme con ellos en la calle y entrar como si nada. Pues me quedé mirándoles: el no tenía nada que destacar, era una cara anónima de esas que no recuerdas, es más, era algo simplón; ella, sin embargo, tenía cierto atractivo para mí con esa melena pelirroja. A pesar de todo, era una pareja siniestra.

Es extraño como mi cerebro puede desvariar a causa de unos sorbos de cerveza en mi gaznate. Empecé a imaginarme como sería el trío con esos dos. No sé por qué, se me apareció como algo supercutre. Ya me veía subiendo unas escaleras de madera, destartaladas, no para dirigirme a una habitación o algo así, sino para follar en el rellano. Él se bajaría las mallas y se enfundaría un condón, ella me subiría la falda para bajarme las bragas. Él me enchufaría si sexo por detrás, haciéndome sentar sobre sus piernas, me bajaría la blusa, me apretaría los pechos y a sacarla y meterla, mientras ella me chuparía los pezones como una degenerada haciéndome daño más de una vez. No duraría mas de un minuto. Que sensación tan vacía. Luego se despedirían de mí diciendo que estaban a disposición para volver a pasarlo tan bien conmigo. Yo con cara de circunstancias.

Que efectos tiene la cerveza con impresiones extrañas sobre la gente. Estoy aliviada de no haber aceptado la proposición. Me fío mucho de ese tipo de impresiones.