Yo y la velocidad

Buf! La verdad es que esta mañana no he parado para nada. Esto parecía la cubierta de un buque de guerra en zafarrancho de combate. Bueno, no tanto, he llegado a trabajar mucho más deprisa y con mas carga. Sin embargo, ya sabéis, la vuelta de vacaciones nos hace un poco más dados a la pereza.

Ayer, no sé cómo se me pudo pasar comentar que justo el día anterior, cuando yo iba tan tranquila por las calles de Pontevedra, va y me cruzo, al igual que cientos de personas, con un tipo en pelota picada andando como si tal cosa delante de la Peregrina. Primero me asombré y luego no dejé de reírme por el tema. Ahí la peña sacando fotos con sus móviles y llamando a sus conocidos que viven en esas calles para que se asomaran a las ventanas, jajaja. Un circo extraño, vamos.

Tenía pensado hablar sobre los coches que me gustan, pero he decidido hablar de otra cosa relacionada que me pasó ayer. Sí, es cierto, me gustan los coches, aunque más para competición. En mi humilde opinión, el mejor medio para viajar es la motocicleta. La libertad. Sobre los coches que me gustan hablaré mañana, no quiero cargar este post de fotos

Anoche, no sé cómo, me puse a ver el Gran Premio de Nosedónde de la FIA GT y volví a sentir la sensación de siempre, con la velocidad. Cuando estaba en la autoescuela y me llevaban por esos caminos de dios, perdidos en los montes, donde el profesor solo me hacía con la mano que redujera cuando me estaba pasando de velocidad. Siempre me dejaba correr. Y correr me excita. Aunque no creáis que cuando conduzco soy una loca, no quiero matarme y menos con algún familiar en el coche. Solo corro cuando estoy sola en sitios muy conocidos y en circuitos cerrados. Siento una especie de burbujeo abajo y respiro mas hondo, como cuando me pellizco los pezones. Pues eso, ayer vi eso, luego, cuando me dejaron sola en el sofá, puse un DVD de rallys, me fui quitando los botones de la camisa y bajando la cremallera de mis short-shorts, y me metí dos dedos en la boca, el resto, os lo podéis imaginar… Fue muy excitante, y acabé deseando que alguien estuviese a mi lado para terminar la faena.

Ahora que pienso, me he acordado de las pobres chicas que están con los paraguitas y las banderas en las parrillas de salida. Ahí, pasando un calor que te mueres y solo vistas como un bonito florero. A pesar de todo, me gustaría trabajar alguna vez de eso. Codearme con esos ases de la velocidad, poder meterme, quizás, en un motorhome, pasear por los paddocks… Seguro que algun@ de vosotr@s habrá pensado: “y liarse con alguna de ellas”. Mal pensados ;P