Pude volver a sentirme sola

Es curioso lo rápido que puede una meter la pata en una relación y en cualquier sitio. Solo por una cosa, por una idea, por una sensación, por un deseo. Ya le comenté a Laurapusini que el pasado día 11 Jackie me había venido muy sexy y que sentía muchos deseos hacia ella, de hacer el amor con mi pareja. Dio la casualidad de que este miércoles, Jackie me vino a buscar al trabajo y hacia la hora de cerrar mi oficina, nos quedamos completamente solas. Cerré la puerta y pasé el pistillo y fuimos a la habitación del fondo, donde está el sofá y empezamos a besarnos. Ella estaba guapísima, sexy y un impulso animal se apoderó de mí (no es algo propio de mí). Bajé a besos por su cuello, le quité la chaqueta y descubrí que llevaba un top negro de escote “palabra de honor”. Dejé de escuchar, de oír, solo deseaba hacer el amor con ella. No dudé ni un instante en bajarle el top y descubrir sus pechos y empecé a chupar uno de sus pezones. Chupar, mordisquear…

De repente noté una sacudida. Era Jackie que me echaba hacia atrás con una mirada que decía muchas cosas. Enfado, sorpresa y tristeza. Ella no está aún preparada para dar ese salto en nuestra relación. Enfadada por mi actitud. Sorprendida por lo mismo. Tristeza por que la defraudé en ese aspecto. Sabía que no lo debía de hacer. Que iba a esperar, pero mi puñetera cabeza, en ese punto de la mitad de la frente, donde están nuestros impulsos sexuales, venció por un momento a mi corazón. Era como cuando estuve con mi primer novio, todas nuestras discusiones acaloradas era sobre cuando podría hacérmelo; cuando nos besábamos solo tentaba mi sexo, cuando llevaba minifalda sus manos solo querían bajarme las bragas. Por ello sentía un asco hacia él, por no querer respetar mi deseo de perder mi virginidad cuando estuviese dispuesta. Este miércoles sentí asco por mí. Por mi comportamiento.

Comencé a sollozar, a llorar, a inundar mi vida de lágrimas y a lanzar palabras entrecortadas por que sentía que podía ser nuestro fin. Que volvería a estar sola. Que Jackie se iría de mi vida por eso.

De todo lo que dije, mientras las lágrimas recorrían mi cara como un torrente y un dolor de cabeza inundaba mi frente, solo recuerdo, de forma entrecortada, lo siguiente:

“Lo siento, lo siento, lo siento…”

“No quería, no quería, no quería…”

“NO ME DEJES SOLA, NO ME ABANDONES…”

En esos momentos, en los que solo veía el río de mis lágrimas, volví a ser terriblemente triste. Mas sola que nunca. Otra vez sola en un camino al borde de un abismo profundo y oscuro. Rodeada de sombras mientras mis pies se balancean sobre la nada.

Por suerte, su rostro cambió y me abrazó hasta que dejé de llorar. No recuerdo cuando fue la última vez que lloré tanto. Todo el maquillaje por mi cara y los ojos rojos a más no poder. Ella me perdonó con la mirada y me dijo al oído muy bajito:

“Eres lo mejor que me ha ocurrido en la vida”.

Gracias por quererme así, cariño.